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Los hombres sí lloran

Los hombres sí lloran

Leandro Sanchez
Los hombres sí lloran

Como pólvora se ha esparcido por el mundo la consigna de que los hombres no lloran; misma que la actual generación lucha a diario por derribar a toda costa.

Las emociones no son debilidad: Los hombres sí lloran

Resulta increíble que en pleno siglo XXI aún sorprenda sobremanera el hecho de que un hombre llore el día de su boda, mientras su futura esposa camina hacia el altar o en el momento de los votos. Y aunque esto pueda ser una acción tan natural como reír, desde la antigüedad se ha tildado como una forma de demostrar debilidad.

Testimonio Número 1

“Siempre decía que difícilmente lloraría el día de mi boda, pero fue todo lo contrario. La mezcla de sentimientos me superó. Era algo difícil de contener. Sin embargo, te miento si no te digo que al inicio traté de esconder mis lágrimas, quizás por vergüenza, pues todos los ojos estaban puestos sobre mí. Todavía recuerdo la mirada de uno de los invitados, con cara de ¿y qué le pasa a este chico?. Y precisamente por ese tipo de cosas quería evitarlo. Sin embargo, mis sentimientos ganaron, y de verdad no me arrepiento”, nos cuenta Ricardo Estévez, casado hace 7 años.

Los estándares sexistas detrás del hecho

Ahora bien, si esto ocurre durante un momento de plena felicidad, ya podemos imaginar lo que pasa por la mente de los hombres cuando enfrentan situaciones difíciles, en las que seguramente resuena en sus mentes la frase “los niños/hombres no lloran”.

Una muletilla duramente normalizada y hasta cierto punto inocente que goza de mucha popularidad en los hogares de todos y cada uno de nosotros. La misma, casi siempre utilizada bajo la premisa de formar hombres fuertes, irrompibles, capaces de controlar el dolor… que encaran el destino de frente, sin temor a nada y, por otro lado, sirve también para distinguirlos de las mujeres, consideradas erróneamente como el “sexo débil”.

Entrevista a Manuel Sepúlveda, psicólogo clínico y terapeuta familiar

De manera general, a nuestro entrevistado Manuel Sepúlveda, psicólogo clínico y terapeuta familiar del Centro de Atención Familiar (CAF), le parece impresionante y poco sana la conducta evitativa y represiva de llorar, la interpretación catastrófica que se le ha asignado. “Nada más alejado de la realidad. La catástrofe no llega cuando alguien llora. Por el contrario, al reprimir sus sentimientos sí podría estar cultivando una manifestación clínica que después costará más”, expresa.

A fondo. No es un secreto para nadie que los hombres nacen y se desarrollan en un contexto que invalida toda emoción que pudiera catalogarse femenina. Por tanto, frases constantes como “Tienes que ser fuerte porque eres el hombre de la casa”, “No llores”, “No seas mujercita”…desarrollan esquemas cognitivos que este individuo internaliza, y que en su crecimiento dificulta la expresión de su vulnerabilidad emocional y buscar, en tal caso, el soporte que necesitan.

Marco sociológico

“Frente a esta realidad resulta interesante el planteamiento de Michael Kimmel, sociólogo norteamericano, especialista en estudios de género, quien sostiene que la identidad masculina se origina (erróneamente) desde la renuncia de lo femenino, en vez de la afirmación directa de lo masculino”, expresa Sepúlveda, quien también es catedrático de la PUCMM. Explica que cuando psicólogos y otros profesionales abogan por una “nueva masculinidad”, no es deseando que el hombre deje de ser hombre; es para construir una visión del género masculino que favorezca su salud mental, pues el aceptar y permitirse ser vulnerables emocionalmente humaniza su condición como persona. Además, las emociones dejan de reprimirse y comienzan a expresarse, mejorando así su salud emocional y relacional.

¿Cuántos de esos hombres sufrieron en silencio, reprimiendo su malestar sin buscar ayuda, por evitar ser juzgados por una sociedad que les quita el derecho a su humanidad?”, se cuestiona nuestro entrevistado, invitándonos a reflexionar.

Hombres, que quede claro: el acto de llorar es el acto más primitivo y natural de la humanidad, es una forma de expresarnos y desahogarnos. ¿Por qué en vez de acompañar, validar y contener, tenemos que descalificar y evitar llorar?

Adelante, llora si quieres llorar: Los hombres sí lloran

Ceder a las lágrimas es un importante mecanismo de afrontamiento y una forma de higiene mental. Te invitamos a darte el permiso de conectar con tus emociones y expresarlas. Hay razones por las que es bueno e importante llorar, entre ellas:

  • Demuestra que necesitas ayuda y puede llevarte a conseguir apoyo
  • Puede indicar sentir empatía por alguien
  • Ayuda a aliviar el estrés y descargar emociones
  • Es saludable para los ojos y puede mejorar tu humor

“¿Cuántas parejas entran en conflicto por la dificultad del hombre para comunicar sus emociones? ¿Cuántos hombres no buscan ayuda profesional por la vergüenza que subyace el reconocer su vulnerabilidad? El hecho de reprimir la emoción, no quiere decir que deje de existir, se mantiene ahí dentro de sí”.

Manuel Sepúlveda, psicólogo clínico

Terapia, un recurso para aceptar y sanar

Sabemos que el “Ya no llores” y el “No te sientas así” son pautas culturales y generacionales. ¿Pero de verdad creemos que por no llorar, la pena, el dolor y la tristeza desaparecerán? “Indiscutiblemente es un mecanismo de defensa”, afirma Analía Durán, psicóloga y especialista en terapia congnitvo-conductual.

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“Es una manera de autoengañarnos, que en su momento podemos percibir como como una vía para autorregularnos. Sin embargo, lo que no se expresa se mantiene dentro del cuerpo y luego se manifiesta de modos inimaginables”, aclara. Por eso, aunque para muchos parezca una moda, cuando se explora determinada situación en terapia, temas vividos años atrás permanecen intactos, sin resolver, reprimidos hasta este momento que permite evidenciar clínicamente la situación. “Solo se toca el tema y el rostro cambia como si fuera el primer día, la reacción fisiológica se manifiesta… llorar”, dice Durán.

Muchas veces la terapia es el único espacio seguro que la persona, en este caso los hombres, emplean para llorar. Un espacio liberador que necesita reproducirse en un ambiente validante fuera de consulta, en nuestro diario vivir, y esto depende de cada uno de nosotros.

Conductas inculcadas desde la niñez

Cuidado en la infancia. De pequeños es cuando modelamos nuestros patrones de conducta, según el estilo de crianza adoptado por nuestros padres. Por eso la importancia de gestar una salud emocional sólida desde nuestros primeros años. Brindarle un espacio seguro y donde puedan expresarse sin condiciones es vital para hijas e hijos.

“Educar con mano dura quizás sea una de las frases que menos me gustan relacionadas con la educación y el desarrollo de los niños”, explica Álvaro Bilbao, neuropsicólogo español, autor del libro El cerebro de los niños explicado a los padres.

Libro mencionado anteriormente en el artículo de Mami Pulpo donde argumenta sobre las enseñanzas que le dejo, y de cómo ha cambiado completamente la forma de educar sus hijos.

Y es que al contrario de lo que se piensa, criar con mano dura da como resultado a un adulto con baja autoestima y confianza en sí mismo. Y frente al tema en cuestión, Bilbao acota que si durante la infancia le decimos repetidamente que deje de llorar, de mayor no será capaz de mostrar sus sentimientos y los vivirá con vergüenza.

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