Nos “llenamos” de bienes materiales, y quejas, nos victimizamos, vivimos nuestros días en “corre corre”, endiosamos nuestro trabajo y nos regimos bajo la errada regla de las redes sociales: “Eres lo que muestras”, o la del poder: “Eres lo que tienes”. Y si fueras a morir mañana, ¿qué significaría todo esto? ¿Sería realmente importante? ¿Qué lamentarías no haber hecho?
En 2009 la enfermera Bronnie Ware, quien trató a pacientes terminales desahuciados durante sus últimos días en casa, escribió en su blog “Los 5 principales arrepentimientos de los moribundos” (The top 5 regrets of the dying), y para su sorpresa, estaban el no poder comprarse el carro o la casa de sus sueños, conocer a más chicos, tener más clientes o lograr reconocimiento… Así, un exitoso blogpost se convirtió en unas memorias traducidas a unos 30 idiomas, y en uno de los éxitos profesionales de Ware.
A través de éste descubrió que la mayoría de las personas en su lecho de muerte experimentan casi siempre los mismos sentimientos o “arrepentimientos”. Bronnie enunció los cinco más frecuentes:
- Hubiese deseado tener el coraje de vivir una vida que fuera verdadera para mí; no la que otros esperaban de mí.
- No debí trabajar tanto.
- Hubiese querido tener el coraje de expresar mis sentimientos.
- Lamento no haberme mantenido en contacto con mis amigos
- Desearía haberme permitido ser más feliz.
“La gente crece mucho cuando se enfrenta a su propia mortalidad”, dice Ware. ¿Y si decidiéramos hacer este ejercicio hoy y utilizar esa sabiduría para vivir? Porque de repente creces y te das cuenta que ya no tienes 20 años, sino 40; o con mucha suerte, 60. ¿Qué estás esperando para experimentar tu tiempo en la Tierra; experimentar días que resulten auténticos para ti? La vida es un ratico. ¡Aprovéchala!, pero en lo que verdaderamente importa.