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“365 Rostros”, así llama el fotógrafo, voz importante de Juan Luis Guerra y 440, Roger Zayas, a este proyecto. Es su pasión. La primera parte nació en 2014, y desde entonces se ha convertido en una “misión” muy divertida. Un retrato al día y sus historias (narradas por él mismo) es su “365” parte dos. A blanco y negro, sin poses –y muchas veces hasta sin maquillaje–. Trece mujeres para celebrar 13 años.

Aída

Aída llega a mi casa desde que mi hija menor, Adriana, nace. Entra como niñera a través de Jocelyn, mi ‘administradora’, pues están emparentadas. Aída también ha sido niñera del hijo de mi cuñada, al lado de mi casa, y ha trabajado en casa de mis compadres Miguel y Soraya.

Periódicamente va y viene por una simple y difícil razón…no tiene quien le cuide a sus hijos. Tremenda situación la de una niñera. Dejar a sus hijos para cuidar los de otros. Aída perdió a su esposo, falleció en un accidente de tránsito donde su motor fue impactado por un vehículo, muriendo instantáneamente. Desde ese momento su vida cambió, y cuando consigue con quién dejar a sus niños se va a cuidar a otros.

Hace poco regresó a trabajar, a modo una especie de iguala en mi casa y en la de mi cuñada, justo al lado mío, sólo los fines de semana. Una vez más, tuvo que dejar el trabajo y su fuente de ingresos para poder cuidar de sus hijos, pero, ¿sin trabajo cómo los mantiene? Una vez más regresó, con la esperanza de poder durar, con su mirada triste y perdida por lo inestable de su existencia, pero sin nunca abandonar la sonrisa y el cariño hacia mis hijas y sobrino cuando pudiera estar brindándoselos a los suyos”.

Massiel Arias

Massiel se fue de RD a los 14 años por una decisión de familia. Quería estudiar Patología Forense y tenía la posibilidad de hacerlo afuera. Consiguió una beca para estudiar, pero en ese instante su hermano de 18 años es diagnosticado con cáncer. Nacieron en la misma fecha, con 8 minutos de diferencia, pero ella nació un año después.

Su padre había regresado de retirada a Santo Domingo. Massiel abandonó la beca porque era en las afueras y se enroló en el Queens College, una universidad del Gobierno, a estudiar psicología. Su primer año de la universidad se lo pasó viviendo en el hospital, cuidando de su hermano, mientras estudiaba y trabajaba.

Sus prioridades cambiaron y dejó los estudios. Finalmente su fe triunfó y su hermano venció el cáncer.

A los 17 años se emancipó de su familia y cuando sus padres regresaron a RD, quisieron que ella también lo hiciera, pero ya vivía sola, era independiente.

Las cosas no les fueron fáciles, el dinero era escaso. Cayó en una profunda depresión producto de su situación personal, sentimental y sobre todo, porque sentía que se estaba perdiendo las cosas importantes de su vida y su familia.

Todo iba de mal en peor, la depresión es un mal muy fuerte y a Massiel le dio sin ningún tipo de contemplación. Perdió mucho peso, se puso en 114 libras, pasaban días sin bañarse y no tenía deseo de hacer nada. Ahí le llega el fitness y decidió volcar todas sus energías y frustraciones en esa actividad.

Empezó a compartir sus problemas en las redes sociales y a la vez sus seguidores compartían los suyos con ella.

Se inició documentándose ella misma, leyendo libros, investigando sobre nutrición, buscando hacerlo de la manera correcta. Como no tenía los medios para pagar un entrenador personal decidió hacerlo ella misma.

Cuando llegó a los 20 mil seguidores entendió que eso iba en serio y le metió ganas. Se estaba desarrollando en un medio donde llevaba todas las de perder, minoría por todas partes: mujer, de color, latina, tatuada. Siempre era juzgada, hasta por sus profesores. En una ocasión, durante una evaluación, buscaron su nombre en el listado de los, llamémoslos losers. No la encontraron, su nombre estaba en el listado de los brillantes. Su promedio, 4.0.

Hoy en día, Massiel es la CEO de “Manko Fit”, su marca. Es personal trainer y también es charlista motivadora. El mejor ejemplo, su vida. Su cuenta de Instagram tiene más de dos millones de seguidores y la de Facebook llega casi a los 290 mil. Con apenas 27 años, Massiel es mucho más madura de lo que su edad aparenta.  Su entrega y su disciplina son legendarias y tiene todo el mundo por delante.

Milagros Germán

A Milagros la conozco desde hace tantos años que mejor dejémoslo ahí para que no me mande a partir las dos piernas.

Nació en Santo Domingo. A raíz de la Revolución de Abril, su familia emigró a Puerto Rico por dos años. Al finalizar el exilio regresó y entró al Colegio Santo Domingo y terminó su bachillerato en el Colegio Santa Teresita.

Para los que no lo saben, Milagros estudió Arquitectura en la UNPHU y en la UCE, y no presentó la tesis. Tomó una decisión de vida increíblemente honesta porque se dio cuenta que nunca iba a ejercer la carrera, y entregar la tesis sólo significaba tener un título que probara lo que ya ella era, pues había completado todas sus materias. Pocos se atreven a hacer una movida de ese calibre, hay que estar muy seguro de sí mismo. Sentía que la otra parte artística de su vida era más interesante.

En el 1980 participa en el certamen Miss República Dominicana y “La Máquina”, digo, Milagros gana el título con 21 años.

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Emely Taveras

De ahí se fue a Colombia a participar en Miss Café y ganó. Luego a México, a Miss Latinoamérica y también triunfó… “La Triple Corona”.

En México se quedó a vivir por un año, pues los compromisos de Miss Latinoamérica le exigían tener base allí.

Un año después regresa a Santo Domingo y a los seis meses se casó; ese matrimonio duró 8 años y de la unión nacieron tres hijos que son su debilidad.

En el 1991 debuta en la televisión en el programa “Con los ojos abiertos”, junto a Mariasela Álvarez; ellas mismas lo produjeron y condujeron. Duró casi 4 años, luego se separan y ella sigue con el programa “Con Milagros Germán”, todos los sábados, durante dos años.

Después inicia “Tarde en la noche”, con una duración de cuatro a cinco años, y luego pasa a trabajar con “La escuela de la televisión”, Freddy Beras Goico, en “Con Freddy y Milagros”, para terminar con el exitoso programa “Chévere Nights”, que lleva unos 11 años al aire, y extendiéndose a “Qué chévere es saber”, como una especie de franquicia que hasta un juego de mesa ha creado, siendo un éxito en ventas.

A su madre le dicen “La Furia”, una dama de 87 años de edad y 32 de mentalidad, que hasta quiere hacerse tatuajes; seguramente heredó de ella su forma de ser y su sentido del humor.

Sufrieron la pérdida de su hermana Marina, víctima del cáncer a sus 41 años, una mujer “chévere” como su hermana mayor.

Se vislumbra en el futuro grabando su producción discográfica, con orquesta en vivo incluida y haciendo giras. Su humor, su actitud, su alegría ante la vida, su carrera llena de éxitos y su don de gente hacia los amigos de siempre y a los que simplemente se le acercan a conocerla, hacen que me sienta orgulloso de llamarla amiga.

 

 

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