1. Juzgar. Los juicios que hacemos a los demás son, a menudo, una extensión de lo que sentimos sobre nosotros mismos. Una mejor opción es ver todas las situaciones con la mente despejada. Juzgarte a o a cualquier persona es contraproducente e inútil. Tomar las cosas como lo que son, junto con un corazón de aceptación y actitud neutral, cambia totalmente la forma en que vemos el mundo.
2 Sentimientos de odio Como dijo Martin Luther King Jr.: “La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad, sólo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar al odio; sólo el amor puede hacerlo”. Cuando guardamos sentimientos de desprecio y rencor, eventualmente perdemos lo mejor de nosotros. Luego, naturalmente, esos sentimientos se vuelven contra nosotros mismos. Todo y todos a quienes odias ocupan un espacio permanente en tu cabeza y corazón. Así es que, si quieres eliminar algo o a alguien de tu mente, no odies. En vez de eso, desconéctate, sigue adelante y no mires atrás.
3 Darle importancia al atractivo físico. Enamorarte locamente de alguien simplemente por su aspecto físico es como elegir tu comida favorita basada en el color en vez del sabor. No tiene sentido. Son esas características innatas, invisibles e incalculables las que crean una atracción duradera.
4 Concentrarse en la vida de otros. No te conformes con sus historias de éxito y cómo las cosas se han dado para ellos, olvidando las tuyas. Tienes lo que necesitas para convertirte en todo lo que eres capaz de ser.
5 Esperar por el momento perfecto. Los momentos no son perfectos, son lo que quieres que sean. Tu habilidad de crecer a tu máximo potencial está directamente relacionada a tu voluntad de actuar ante la imperfección.
6 Buscar constantemente alegría momentánea. Existen dos variaciones de la alegría: la pasajera y la que perdura. La primera se fundamenta en instantes de bienestar material, mientras que la segunda se logra con el crecimiento gradual de la mente. Es difícil distinguirlas pero con el tiempo se hace obvio que la última es superior.