Por Norys Sánchez
Constituyen la segunda causa de muerte en el mundo. Diez millones de personas en el mundo sufren un ACV cada año, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Esta enfermedad no discrimina entre celebridades y no celebridades. Se recuerda que en mayo de 2010 el músico argentino Gustavo Cerati sufrió un ACV durante un concierto en Venezuela, del cual, luego de meses en coma, no logró recuperarse. Recientemente, en nuestro medio el músico Pachy Carrasco falleció días después de haberlo padecido.
La tasa de incidencia ha crecido un 20% en la población entre 20 a 64 años, en especial en los países en desarrollo, no obstante la mortalidad general bajo un 37%. El síntoma más común es la pérdida súbita de fuerza muscular en los brazos, piernas o cara de manera unilateral.
En los países desarrollados los accidentes cerebrovasculares constituyen la primera o segunda causa de muerte, y sobre todo es la primera responsable de invalidez permanente en adultos en cualquier latitud. Hay una tendencia a su incremento en relación con el aumento de la edad y con el envejecimiento de la población. Para edificarnos del tema hemos conversado con todo un experto en la materia, el doctor José A. Silié Ruiz, neurólogo, autor de diversos libros y artículos que versan sobre los ACV.
¿Qué es un accidente cerebrovascular?
Estos son eventos relacionados con los vasos sanguíneos del cerebro, que son conocidos popularmente como “derrames”. En verdad, hay o un taponamiento que produce isquemia e infartos, o hay los que son por ruptura de un vaso y entonces se producen las hemorragias.
¿Cuantos tipos de ACV existen?
Los que son por taponamientos secundarios a trombos o émbolos, que pueden ser isquémicos, y los hemorrágicos que pueden ser dentro del cerebro. Los intraparequimatosos y los sangrados que se producen en el espacio subaracnoideo, es decir fuera del cerebro, estos eventos hemorrágicos son secundarios a la ruptura de un aneurisma o a malformaciones arterio-venosas, que son vasos mal formados con debilidad en sus paredes.
¿Cuáles son las señales de un accidente cerebrovascular?
Dolores de cabeza secundarios a esfuerzos, como la cefalea orgásmica o secundaria al estreñimiento, visión borrosa, calambres no específicos en brazos y piernas, el cambio de expresión de una migraña, episodios de quedar en “blanco” sin saber dónde está usted, voz estropajosa, debilidad de un brazo o una pierna, vértigos inexplicables, visión doble.
¿Cuáles son los factores de riesgo de un accidente cerebrovascular?
Son de dos tipos, los modificables y los no modificables. En estos últimos, que no podemos cambiar, están la herencia, el sexo- más frecuente en varones-, la etnia, más frecuente en la raza negra. Los modificables: la hipertensión arterial, diabetes, grasas elevadas en sangre, tabaquismo, alcoholismo, vida sedentaria, obesidad, el estrés y los anticonceptivos.
¿Existe algún estudio para prevenirlo, en qué consiste?
El chequeo cardiovascular completo, con énfasis en las grasas en sangre y valoración con ecodopler. La angio-tomografía para valorar los vasos cerebrales y las carótidas. En algunos casos la Resonancia Magnética se hace necesaria.
¿Quiénes tienen mayores riesgos?
A mayor edad mayores riesgos, las personas con antecedentes familiares de estos eventos, los hipertensos malignos, los que tiene trastornos de sus grasas en sangre, los diabéticos, los migrañosos severos y los obesos.
Tratamiento posterior
En primera instancia se debe enfatizar en que hay medicamentos para prevenirlos, entre los que se encuentran los anti plaquetarios, los anticoagulantes, hipolipemiantes (para las grasas), que son usados en la prevención de los infartos. En los casos de hemorragias, los atifibrinolíticos son usados en ocasiones. El manejo correcto de medicamentos modernos sirve de gran ayuda.
Secuelas después del ACV
Pérdida de la voz, la visión, la olfacción. Perder la fuerza de un hemicuerpo, incontinencia urinaria, hidrocefalia, pérdida de las funciones superiores de la cognición, etc.
A qué debemos estar alerta
Poner atención a alteraciones de conciencia, síncopes, vértigos, mareos, trastornos de la visión asociados a alteraciones de conciencia, amnesia, confusión, diplopía o disartria aisladas, actividad motora tónico clónica, déficit motores y/o sensitivos progresivos, signos focales asociados a migraña e incontinencia rectal o urinaria. Silié destaca que “la constelación clínica es muy amplia”.
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