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Falta de diversidad en la industria
Nyong’o, quien encantó a Hollywood y al público durante la temporada de premios, habló de manera conmovedora sobre una carta que le escribió una niña que estuvo a punto de aclararse la piel antes de que el éxito de la actriz la «salvara». La carta impactó a Nyong’o porque ésta se reconoció en ella. «Recuerdo cuando yo también me sentí fea. Ponía la tele y sólo veía piel blanca», dijo.
La actriz nacida en México de padres kenianos creció en África y fue un personaje central en los Premios de la Academia, que tuvieron rostros poco comunes en el podio. Ellen DeGeneres, una lesbiana orgullosa, fungió como anfitriona. Por primera vez un latino, Alfonso Cuarón, ganó el premio al mejor director. Y el director negro Steve McQueen celebró cuando su obra «12 Years a Slave» ganó el premio a la mejor película.
Pero de un año a otro las cosas pueden ser completamente distintas.
Este año los Oscar repiten el patrón que ha afectado a los premios: cuando parece que se logra un cambio, llega la resaca frustrante. «Cada 10 años hablamos de lo mismo», dijo Spike Lee, un testigo regular del progreso esporádico.
Pocas veces estos ires y venires han sido tan marcados como en la presente edición del máximo galardón de Hollywood. Tras un año especialmente diverso, todos los 20 actores nominados son blancos, un resultado que llevó a que algunos amenazaran con boicotear la ceremonia. La no nominación de la directora de «Selma» Ava DuVernay y su protagonista David Oyelowo fueron un punto debatido, considerado por muchos como un desaire injusto no sólo porque se merecían el reconocimiento, sino porque su ausencia perpetua una historia negativa en los Oscar.
«Me sorprendió pero no me sorprendió», dijo Darnell Hunt, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles y director del Centro Ralph J. Bunche para Estudios Afroestadounidenses, quien coescribió un reporte sobre diversidad en 2014 en el cine y la televisión. «Lo que vemos en términos de nominaciones este año es que todo opera como siempre. Lo que vemos es más o menos un reflejo preciso de la forma en la que está estructurada la industria y la forma en la que está constituida la academia».
Un estudio de The Associated Press sobre la historia de las votaciones desde los primeros Premios de la Academia en 1929 muestra un progreso gradual que no llega a reflejar la creciente diversidad en la población estadounidense. En esos 87 años, 15 actores negros, cuatro latinos y tres asiáticos han ganado un Oscar, un récord que ni siquiera se puede considerar para otras categorías como mejor director, donde sólo una mujer (Kathryn Bigelow) se ha alzado con la estatuilla.
El número nominados no blancos a mejor actor y mejor actriz casi se ha duplicado en las últimas dos décadas, pero el 9,4% de los actores no blancos postulados en la historia de la academia es casi cuatro veces menor que el porcentaje de la población no blanca en Estados Unidos.
No todo esto puede adjudicarse a la academia, pero algunas cosas sí. Los más de 6.000 miembros de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas son 94% blancos y 77% hombres, según una investigación de 2012 realizada por el diario Los Angeles Times.
Desde que se convirtió en presidenta de la academia, Cheryl Boone Isaacs (quien es de raza negra) ha trabajado para aumentar la diversidad entre sus miembros, aunque el cambio se logra lentamente considerando que las membresías son vitalicias.
Pero al final de cuentas la academia es un reflejo de la industria cinematográfica: sólo reconoce las películas que se realizan. Lo que hacen los actores blancos nominados este año es evidenciar la punta del enorme iceberg de los problemas de diversidad de la industria cinematográfica.
El reporte de diversidad de la UCLA publicado en 2014 tras ocho años de investigación halló una falta de representación de las minorías y las mujeres en el cine y la televisión, desde los consejos directivos hasta las agencias de talento.
«Los hombres blancos han dominado las cosas por tanto tiempo que es difícil pensar en una alternativa que pueda producir o esté abierta a producir el tipo de proyecto que podría incluir a más personas de color o mujeres. Así que se vuelve una profecía cumplida, un círculo vicioso que produce el mismo tiempo de cosas una y otra vez», dijo Hunto.
Lo que resulta particularmente frustrante para muchos de los que trabajan por el cambio en Hollywood es que las minorías son de los mejores clientes.
De acuerdo con la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos, los hispanos sumaron el 25% del público en el cine en 2013, un porcentaje considerablemente mayor que el 17% que representan en la población.
«Ellos reconocen la presencia demográfica, entienden el nivel de participación. Siguen anunciando los proyectos entre la comunidad, pero nunca con la identidad de la comunidad o para crear una base de talento», dijo Félix Sánchez, presidente de la Fundación Nacional Hispana para las Artes.
Sánchez ha notado «brotes de diversidad» como la atención generada con la presentación de Ricky Martin en los Grammy en 1999. Pero aunque la industria cinematográfica se desarrolla en una ciudad con muchos hispanos, a 241 kilómetros (150 millas) de la frontera con México, los blancos suelen obtener los principales papeles latinos: Ben Affleck interpretó a Tony Méndez en «Argo» y Catherine Zeta-Jones a una narcotraficante colombiana.
«Quién está a cargo de esas imágenes», dijo Sánchez. «Gran parte está en manos de gente que no tiene ningún compromiso con la autenticidad».
Pero atacar este mal no es tan sencillo.
«No hay una puerta a la cual dirigirse, no hay nada directo», dijo Sánchez. «En algún momento debe haber un cambio o una revolución entre los espectadores para no participar con el entretenimiento que no refleja ni incluye a los latinos de una manera contemporánea».
La frustración se acumula. Otro año de investigación, que será presentado este mes por la UCLA, no muestra un cambio significativo, dijo Hunt.
Stacy L. Smith, fundadora y directora de la Iniciativa de Medios, Diversidad y Cambios Sociales de USC Annenberg, califica la falta de progreso en la industria como «atroz».
«Hollywood no cree que la diversidad es commercial», dijo Smith. «Las cifras hablan claramente sobre quién es valorado y quién no».
Ante tan poco progreso, Smith propuso que la industria haga su propia versión de la regla Rooney de la NFL, que estipula que los equipos están obligados a entrevistar a minorías para las vacantes de entrenador.
Hay quienes no están de acuerdo con esto.
«Obligar a la ‘diversidad’ socavará la misión (de la academia)», escribió Lionel Chetwynd, guionista nominado al Oscar y miembro de la academia. «A medida que nuevos cineastas y profesionales llegan a nuevos niveles de excelencia, el rostro de la academia cambiará y deberá hacerlo a su propio tiempo y al ritmo de su arte».
Pero, ¿por qué importa todo esto? No es solamente un asunto de igualdad de oportunidades. Se trata de que cuando la gente no está reflejada en la cultura, cuando no se ven en las pantallas, ni detrás de las cámaras o en el escenario de los Oscar, se sienten invisibles y sin voz.
Hollywood haría bien en recordar a esa niñita que le escribió Nyong’o, y debería tratar de inspirar una ola de cartas de ese tipo.