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Éxito matrimonial: ¿Existe una fórmula?

Éxito matrimonial: ¿Existe una fórmula?

Leandro Sanchez
Exito matrimonial

La convivencia en pareja trae consigo una serie de desafíos que solo la paciencia, compresión y visión a futuro ayudan a sobrepasarlos. Y ante las altas y bajas, nos preguntamos: ¿Hay una fórmula de éxito matrimonial?

Éxito matrimonial: ¿Funciona el 50/50?

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“El hombre es la cabeza de hogar, el proveedor por excelencia”. Seguramente hemos escuchado este concepto desde niños, adherido en nuestro ADN incluso desde antes de nacer. También nuestros padres y abuelos; tejiéndose así una realidad social y cultural que traspasa las fronteras del espacio y tiempo. Sin embargo, el escenario actual es muy distinto al de años atrás. Empujadas por el alto costo de la vida o por motivaciones de crecimiento personal, las mujeres han tenido que salir de casa. De ahí que, a la hora de contraer matrimonio, la dinámica de pareja ha experimentado cambios sustanciales, tanto en lo económico como en lo que respecta a los asuntos domésticos y la crianza de los hijos.

Bajo este escenario del éxito matrinomial surge lo que se conoce como “50/50”. Y hace referencia a que las responsabilidades del hogar recaen en igual medida, ni más ni menos, en ambos miembros de la pareja, en busca de la anhelada justicia. Pero, ¿es esto posible? ¿Es lo más recomendado? ¿O nos encontramos frente a una utopía? En Pandora nos hicimos estas preguntas y salimos en busca de posibles respuestas o, mejor dicho, de aclarar mejor el panorama.

De entrada, lo que sí sabemos es que, en temas de pareja, el 50/50 no es la norma. Y con esto no queremos decir que esté mal o sea injusto, pues diversas situaciones pudieran marcar la dinámica. Por ejemplo, la balanza, quieran o no, se inclinará hacia un lado si uno de los dos ha perdido su empleo o tiene que recibir un tratamiento médico que lo imposibilite por determinado período.

El éxito matrimonial a veces requiere que la balanza no sea justa

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A propósito de lo anteriormente dicho, en una de las tantas entrevistas realizadas a Michelle Obama, le preguntaron sobre su matrimonio de más de 30 años junto al expresidente de EE.UU., Barack Obama. Y sin pensarlo mucho manifestó que “el matrimonio nunca es 50/50. A veces es 70/30 o 60/40”. En su experiencia personal, Michelle recordó el hecho de que esto tiene una mayor connotación cuando se agranda la familia. “Al inicio éramos nosotros dos, cada uno tenía su vida. Si él tenía que viajar, yo le decía ‘que te vaya bien’ y me quedaba viendo televisión.

El valor agregado de los hijos en una dinámica matrimonial

Sin embargo, cuando tienes hijos esto cambia por ‘¿A dónde vas y por cuánto tiempo?’. Empiezas a contar cuántos pañales ha cambiado o por qué está en el gimnasio todo el tiempo… Y lo haces porque los niños pequeños son muy exigentes, no se comunican bien, lloran, son irracionales, pero los amas más que a nada; entonces no puedes culparlos, lo haces con el otro”, sostiene la ex Primera Dama norteamericana, autora del bestsellerBecoming (2018).

Precisamente a esto también hace referencia el abogado estadounidense, experto en divorcios y derecho de familia, Dennis R. Vetrano (@dvrlaw, en TikTok): “Las mujeres se han cansado. A mi consulta llegan madres que trabajan fuera de casa, que aportan todo su capital financiero y además tienen a su cargo la mayor responsabilidad del hogar y de los hijos. Y los esposos a un lado como espectadores desentendidos de esta realidad; actuando como si nada estuviera pasando, preguntándose aún qué deben hacer”, sostiene Vetrano.

El rol de la mujer en lo que llamamos éxito matrimonial

El hecho de que las mujeres sobrelleven una carga desproporcionada del trabajo de cuidado no remunerado es ampliamente conocido y está bien documentado. En una de las primeras publicaciones de Graph For Thought en 2019, editado por la Organización de las Naciones Unidas, se plantea cómo la participación femenina en la fuerza laboral se mantuvo baja en parte debido a las limitaciones de tiempo asociadas con las responsabilidades de cuidado.

Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2020 las mujeres sufrieron un retroceso de 18 años en las tasas de participación económica, al pasar de 51,8 % en 2019 a 47,6 %, mientras aumentaban drásticamente sus tareas domésticas, que ya ocupaban entre 22 y 42 horas semanales antes de la pandemia.

A medida que las economías se recuperaron, según datos de la Organización Internacional del Trabajo, las mujeres no se reincorporaron al mercado laboral al mismo ritmo que los hombres: más de 4 millones de puestos de trabajo ocupados por mujeres desaparecieron en el contexto de la pandemia. Una desigualdad latente de manera especial por la importante carga de responsabilidad que la mujer lleva en el hogar.

Por lo visto, y aunque no quisiéramos escuchar esto, la mujer, en pleno siglo XXI, va en desventaja en este sentido. Pero ojo, reconocemos que hay hombres que han asumido su rol en un 100 %, siendo ejemplos de compromiso y entrega desmedida.

Es una cosa de dos

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Reza un adagio que “El divorcio es cincuenta y cincuenta; el matrimonio es cien y cien”. Y hace justicia a un estudio realizado a un grupo de parejas de más de 50 años de casados, a quienes les preguntaron sobre la fórmula para mantener su matrimonio feliz por largo tiempo. Su respuesta fue un común denominador: “dar y recibir”, no “dar para recibir”. Cuando se hurgó más a fondo sobre cuánto porcentaje dar y recibir, respondieron “cien”. Además, los participantes hicieron mucho hincapié en que lo peor que puede llegar a ocurrir es que la relación se convierta en un largo inventario de lo hay y de lo que se debe. Posiblemente el marcador de una diferencia sustancial en toda relación.

Ahora bien, supongamos que un matrimonio asuma como válida la dinámica del 50/50. En el caso de una enfermedad, si uno de los dos no puede cumplir con la “lista de deberes”, el otro necesita usar su cien por ciento, cubriendo así la falta para que la ecuación funcione nuevamente, desmontándose entonces el mito de que para que toda relación funcione cada quien debe aportar su cuota bajo las mismas condiciones. Sin embargo, en la práctica es insostenible.

Desde su experiencia, Ángel, casado hace 5 años, entiende que su matrimonio se ha conducido por el mejor de los caminos porque siempre ha puesto su mayor esfuerzo en los asuntos. También, por no esperar o pedirle al otro (a su esposa, en este caso), aquello que sabemos no puede darnos.

“Hay que exigir a cada uno lo que cada uno puede dar. La autoridad se apoya sobre todo en la razón”.

El Principito, Antoine de Saint-Exupéry

Claridad desde un principio

Para un buen funcionamiento del hogar, ambos miembros de la pareja deben tener el mismo nivel de responsabilidad.

“Desde un inicio, es recomendable que las parejas estén dispuestas a comprometerse con la tarea que implica estar juntos, incluyendo el plano doméstico, que resulta ser uno de los que más ronchas provoca”, explica la terapeuta familiar Rosa Arredondo. Para la especialista es una realidad que aún muchos hombres consideran que sus quehaceres en casa son una ayuda, más que una responsabilidad compartida, influenciados posiblemente por pensamientos de base biológica, sociológica y hasta psicológica, y por temas de crianza, donde conceptos de machismo profundamente arraigados hacen de las suyas.

“Sea un 50, 70 o 100%… el éxito de una relación depende de ambas partes, no es cuestión de un número, sino de voluntad para hacer que las cosas funcionen. Hoy, lo que garantiza la permanencia y éxito en una relación de pareja es saber que se tienen el uno al otro para complementarse, no para superarse”, afirma Arredondo.

Finanzas: potencial talón de Aquiles en las relaciones

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Estadísticamente, más del 50% de los matrimonios terminan en divorcio, y una de las razones principales es la dificultad para manejar el dinero en pareja.

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Ahora que hombres y mujeres salen a la calle a trabajar, se hace necesario tener las cuentas claras desde un principio, así como el aporte de cada quien, ajustándose a sus realidades económicas. Lo importante es que cada quien asuma el compromiso establecido desde un inicio, más que la cuota.

“El noviazgo es una etapa construida socialmente para que los miembros de la pareja puedan conocerse mutuamente, y es cuando conviene tratar todos los temas necesarios, previo a crear un proyecto de vida en común”, explica Manuel Sepúlveda, psicólogo clínico del Centro de Atención Familiar. Para el también terapeuta de pareja, aunque las personas intenten ignorarlo, cuando existe un problema financiero en la relación, esto suele ser un factor de estrés importante. Puede desencadenar síntomas ansiosos y conflictos que se proyectan en la pareja.

“Si esto no se logra gestionar, o si además se suman a otras problemáticas que están coexistiendo en la pareja, puede tener un impacto significativo en el nivel de satisfacción marital”, puntualiza.

En este apartado, Sepúlveda aclara que a pesar de que se haya establecido un acuerdo en materia de contribución económica, existen rasgos de personalidad que pueden influir en la gestión eficaz de las finanzas como: la estabilidad emocional, la impulsividad o la personalidad más reflexiva, y la búsqueda de sensaciones intensas, entre otros.

¿Quien gana más, manda más?

En el día a día, la pareja puede ir de a poco, identificando sus características. Por ejemplo: quien ahorra más versus quien cosume más; quien se interesa más o menos por las finanzas, quien tolera mayor riesgo a la hora de invertir, etc.

“Lo ideal es que el más consciente en temas de ahorro quede a cargo de la planilla de presupuesto. Pero ¡atención!, las desiciones deben ser tomadas en conjunto. Ambos deben participar de este control, con base en la planificación que hayan establecido”

Autores de la guía Finanzas saludables en pareja, de Visa.

El ejemplar resalta, además, que la contribución individual debe ser proporcional al salario: quien gana más puede cubrir mayor parte de los gastos. En ese sentido, alientan a las parejas a revisar sus presupuestos con cuidado.

“Si la pareja es concebida como un equipo, cuando estamos al tanto de lo que sucede en el día a día de nuestro hogar podemos evitar el desborde del otro. Así se tendrá la confianza de delegar, y quien reciba la carga podrá actuar en consecuencia sin importar los roles de género históricamente asignados”

Rosa Arredondo, psicóloga clínica y terapeuta familiar.

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