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Cinco conductas alimentarias que no deben ser normalizadas 

Cinco conductas alimentarias que no deben ser normalizadas 

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Escrito por: Hilary Solano, Psicóloga Clínica especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria (@psi.hilarysolano)

La relación con la comida es un tema complejo que va más allá de lo que comemos o de cuánto pesamos. En una sociedad bombardeada por ideales de belleza y delgadez, es fácil caer en patrones de alimentación que se consideran normales, pero que en realidad esconden comportamientos dañinos.

Es crucial desmitificar estas conductas, reconocer cuándo se desvían hacia lo insalubre y entender cómo afectan nuestra salud mental y emocional. A continuación, desglosamos cinco comportamientos alimentarios que jamás deberían ser considerados normales: 

1. No es normal estar siempre “a dieta” o mantener una alimentación restrictiva permanente 

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Vivir bajo un régimen restrictivo constante no es saludable, ni física ni emocionalmente. La alimentación restrictiva, aunque promovida como un estilo de vida por algunas dietas de moda, puede generar una relación obsesiva y punitiva con la comida. Estar perpetuamente “a dieta” puede llevar a una sensación de privación y hambre crónica, lo que aumenta el riesgo de desarrollar Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) como el trastorno por atracón. Además, esta mentalidad refuerza la idea de que ciertos alimentos son “buenos” o “malos”, generando culpa y ansiedad en torno a la alimentación. 

2. No es normal modificar los alimentos para fingir que estás comiendo cuando en realidad te cuesta hacerlo 

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Alterar la forma en que comes para dar la impresión de que estás consumiendo alimentos, como cortar la comida en porciones extremadamente pequeñas o desplazarla en el plato, puede ser una señal de un trastorno alimentario subyacente, como la anorexia nerviosa o el Trastorno de la Conducta Alimentaria Evitativo/Restrictivo (ARFID). Estas estrategias son mecanismos de control y evasión que, en lugar de resolver el problema, lo profundizan. Este comportamiento se convierte en una trampa emocional que refuerza el miedo a la comida y puede derivar en desnutrición. 

3. No es normal contar calorías mientras haces ejercicio 

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El ejercicio y la alimentación deben estar orientados al bienestar, no a la compensación. Contar las calorías mientras se hace ejercicio puede ser un indicativo de un trastorno de tipo compensatorio, como la bulimia nerviosa, donde se utiliza el ejercicio para “quemar” lo que se ha comido. Este ciclo de culpa y compensación puede llevar al agotamiento físico y a una desconexión total de las necesidades nutricionales reales del cuerpo. La actividad física debería ser una fuente de bienestar, no una herramienta para castigar al cuerpo. 

4. No es normal evitar reuniones sociales por miedo a la comida 

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La evitación de situaciones sociales debido a la posibilidad de interactuar con comida es una señal clara de que la relación con la alimentación está afectando la calidad de vida. Las personas con trastornos alimentarios a menudo experimentan ansiedad extrema ante eventos sociales, especialmente si incluyen comida. Esto puede derivar en aislamiento social, empeorando los sentimientos de soledad y aumentando el riesgo de depresión. Participar en eventos sociales es esencial para el bienestar emocional, y la comida no debería ser un obstáculo. 

5. No es normal sentir constante decepción contigo mismo por lo que comes 

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La culpa y la vergüenza por comer ciertos alimentos son signos de una relación negativa con la comida. Este ciclo de auto-castigo alimenta el perfeccionismo y la insatisfacción corporal, perpetuando la necesidad de control sobre la alimentación. El problema surge cuando cada elección alimentaria se convierte en una fuente de ansiedad y frustración personal. La comida no debería ser vista como un enemigo ni como una fuente de juicio hacia uno mismo. Este tipo de decepción constante puede ser un preludio al desarrollo de un trastorno alimentario más serio. 

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¿Por qué normalizamos estas conductas?

Vivimos en una cultura que glorifica los cuerpos delgados y promueve la idea de que la salud está directamente relacionada con la restricción alimentaria. Esta persecución de ideales inalcanzables nos empuja a normalizar conductas alimentarias que son, en realidad, profundamente insalubres. Es comprensible que muchas personas encuentren difícil desarrollar una relación saludable con la comida cuando están bajo la presión constante de los estándares de belleza. 

Cuándo buscar ayuda

Sin embargo, cuando estas conductas comienzan a tomar el control de la vida cotidiana, es crucial buscar ayuda profesional. El acompañamiento de un psicólogo especializado en trastornos alimentarios puede ofrecer herramientas para reestructurar estas creencias y comportamientos. El objetivo final es fomentar una alimentación intuitiva, que permita al cuerpo y la mente encontrar el equilibrio entre la nutrición y el disfrute, sin culpa ni obsesión. La relación con la comida debe basarse en el autocuidado, y no en la autocrítica. 

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Si identificas alguna de estas conductas en tu vida, no estás solo. Hay caminos hacia la sanación, y empezar por reconocer que mereces una relación más saludable con la comida es el primer paso hacia el bienestar integral. 

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